
Nunca pensó que una noche como aquella, como cualquier otra, como las veinticuatro noches de sábado anteriores, iba a generar en su mente tal cantidad de sentimientos enfrentados, tantas preguntas y tanto arrepentimiento.
Nada más salir de casa ya fue capaz de percibir que toda esa oscuridad iluminada natural y artificialmente sería un punto de inflexión en su sucesiva percepción de la noche, como lugar y momento en el que los noctámbulos vampirescos salen de caza a jugar a ser lo que el día no les permite.
Una mirada de curiosidad, siguió a otra deseo, y a otra de envidia, y a otra de desprecio y después se sucedieron otras de desconfianza, de simpatía, de posesión, de intriga, de atracción, de amenaza, de admiración, de seducción. A veces dos ojos dicen más que mil palabras, pensó.
Decidió unirse al juego de las apariencias, decidió ser quien no era, quiso demostrarse si sería capaz de hacer todas esas cosas en el caso de no ser como realmente era. A veces te preguntas qué habría sido de tu vida de haber tenido otros padres, otra educación, otros amigos, de haber escogido otra carrera o haber nacido en otro lugar. Él simplemente quiso jugar.
Un nuevo nombre, un nuevo origen, una nueva identidad. También nuevos amigos, nuevos intereses, una nueva vida que sólo iba a durar aquella noche. Se sorprendió siendo el dueño de una historia interesante, emocionante y exitosa, moldeada con el delicado y sutil tacto de su imaginación.
Conoció a muchos, conversó con todas, sus oídos se llenaron de cumplidos y halagos, correspondió con sonrisas a las miradas deseosas de intimidad y exclusividad , pero todo eso quedó en nada, cuando de entre sus interlocutoras fijó atención en una joven rubia de mirada intensa y conversación fluida que le obligó a poner toda su concentración para poder mantener la credibilidad de su ilusoria identidad.
Por un momento se sintió abrumado por la fuerza cautivadora de la chica y se planteó poner fin a la farsa desnudando su alma de los postizos y ribetes con que la había engalanado, pero se dio cuenta de que nada, ni siquiera ella, podría pertenecerle a él aquella noche, ya que todo estaba construido sobre el alter ego que había decidido crear a su imagen sin semejanza. En ese instante, el juego dejó de parecerle divertido…
Llegó exhausto a casa cuando el cielo comenzaba a despertar, se miró en el espejo antes de entregar su vida al sueño y descubrió un rostro sumido en la tristeza, escondido bajo la careta.
‘And knew I’m a fool because I’ll never have you all to myself,
but it’s right on myself I can’t love no one else
because that’s the price that I have to pay…’
Hoy mi canción es: ‘Have it your way’ Leigh Jones