
El tren parece el lugar más alejado del mundo al tiempo que comienza la marcha dejando atrás la estación, difuminándose en agua por el efecto del calor. Siento cómo cada pedalada del vagón cogiendo velocidad acelera los recuerdos de un fin de semana que desde la distancia he compartido contigo.
Pasan los campos, las carreteras y las nubes como instantáneas de un pase de diapositivas en las que se encierran los momentos más especiales de estos últimos días y casi puedo sentir los mismos latidos acelerados cada vez que encontraba una nueva pista de ese mensaje encriptado en gestos que solíamos intercambiar.
Veo tu caminar pausado entre las columnas del claustro, distante y desapercibida, camuflada entre la penumbra nocturna, bañada a veces por finos brillos lunares, escondida otras tras las siluetas indefinidas de personas, que envueltas en conversaciones, no consiguen romper el silencio devoto de tus pasos.
Observo con ternura el recogimiento de tus pensamientos, la concentración en tus reflexiones, la sencillez de tus manos recogidas sobre tu regazo mientras fijas tu mirada al frente, en el origen y destino de tu fervor.
Miro la dulzura de tus sorbos como suaves besos marcados en la piel de la taza de café que saboreas y siento no fingir que mi taza está vacía para pasar por tu lado en el trayecto a rellenarla y lanzar un susurro que roce en tus oídos lo bella que estabas hoy.
Pero siento que no era el momento, que la precipitación era el mayor daño que podíamos hacernos, que las palabras no harían más que entorpecer un camino que ya hemos comenzado y que estoy seguro que un día recorreremos juntos.
Por eso y antes de que el domingo acabe quiero decirte que necesito estar bien preparado para poder entregarte mi vida, que ya no me importa el tiempo, pues he entendido que la eternidad no se mide en segundos, que no me preocupa la distancia si sé que puedo estar a tu lado con sólo pensar en ti. Por fin he aprendido que ya no hay nada (ni nadie) que impida que esto suceda si dejamos descansar nuestra confianza en sus manos.
‘How can I find a way to make you see I love you? Words don’t come easy’
Hoy mi canción es: ‘Words’ F. R. David
Que bonito!!!! Cuando tengas la oportunidad de verla,de nuevo, dile estas belllas y hermosas palabras a ella. No las guardes en tu mente y en tu corazón, aunque ya se sabe que…. en los momentos que uno quiere las palabras no salen fácilmente!!!!
Seguramente a ella le gustará escuchar las emociones que acompañan a tus palabras.
Un beso
Pilar
Muchas gracias María del Pilar por tu comentario y tu consejo. Ójala decir las palabras fuera tan fácil como escribirlas o sentirlas. Pero me anima saber que aunque pueda parecer difícil, es mejor dejar que las palabras y las frases las escoja el corazón y no la cabeza. No dejaré escapar otra oportunidad…
Gracias de nuevo y ¡un saludo!