El ladrón de palabras

El ladrón de palabras

Miró al final del pasillo que se abría entre las estanterías para comprobar que don Antonio seguía recostado en su silla tras el mostrador. Con un libro entre sus piernas y las gafas de cerca a punto de precipitarse del borde de su nariz, había dado ya el pequeño salto que convierte las historias de papel en películas de sueño.

48 Horas

48 Horas

Pensaba que a estas alturas, la vida ya había perdido toda capacidad de sorprenderle. Su propio historial de momentos que habían marcado una diferencia o habían tenido algún significado, así lo confirmaba. Al final llegaba a la conclusión de que daba igual cuánto se esforzara por imaginar o predecir el siguiente paso, siempre surgía un imprevisto que mejoraba sus pronósticos.

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