Historias cortas para reflexionar

El ladrón de palabras

El ladrón de palabras

Miró al final del pasillo que se abría entre las estanterías para comprobar que don Antonio seguía recostado en su silla tras el mostrador. Con un libro entre sus piernas y las gafas de cerca a punto de precipitarse del borde de su nariz, había dado ya el pequeño salto que convierte las historias de papel en películas de sueño.

Día 163

Día 163

Me desperté con una extraña sensación de descanso, tan poco habitual, que asumí que me había quedado dormido. Todavía sin abrir los ojos percibí un cierto nerviosismo en el ambiente, que quedaba parcialmente ahogado por las persianas de mi habitación.

Si no hubiese mañana…

Si no hubiese mañana…

Apagué la televisión y subí a la terraza. El cielo enrojecido, como herido de muerte, era el preludio de la oscuridad, que no tardaría en llegar. Las nubes se cernían sobre el horizonte como un telón que desciende lentamente preparando a los espectadores para el aplauso final.

Mañana, cuando despierte

Mañana, cuando despierte

La incertidumbre no me deja dormir. Éste sería un domingo cualquiera, si no fuese porque el día que le sigue no será un lunes normal. Probablemente me toque guardar en la memoria esta fecha para la posteridad o se convierta en un recuerdo que no pueda...

De mi puño y de mi letra

De mi puño y de mi letra

Tienes algo importante que apuntar y no tienes nada con qué escribir. Como no te fías de tu mala memoria comienzas a revolver los papeles y cajones de tu escritorio hasta que finalmente encuentras un boli BIC sin tapa.

48 Horas

48 Horas

Pensaba que a estas alturas, la vida ya había perdido toda capacidad de sorprenderle. Su propio historial de momentos que habían marcado una diferencia o habían tenido algún significado, así lo confirmaba. Al final llegaba a la conclusión de que daba igual cuánto se esforzara por imaginar o predecir el siguiente paso, siempre surgía un imprevisto que mejoraba sus pronósticos.

El último discurso

El último discurso

Pasaban veintitrés minutos de la hora anunciada, cuando surgieron los primeros rumores de que no se presentaría. La situación era demasiado tensa como para arriesgarse a mostrarse en público, pensaban unos, probablemente no estaría ni siquiera en la ciudad, especulaban otros.

Todavía joven

Todavía joven

Se le escapaban los días entre los dedos de su vida, incapaz de cerrar el puño y comenzar a guardar los minutos que perdía pensando «qué hubiese pasado».

Esta vez, sí

Esta vez, sí

Sonó el despertador y sus párpados comenzaron a desatar lentamente las cuerdas del sueño para abrirse a la luz de la realidad. Deslizó las cortinas, abrió la ventana y el aire refrescante de la mañana recién estrenada despejó su ánimo, borrándole las ganas de volver a la cama.

Lecciones por aprender

Lecciones por aprender

A estas alturas de la vida, no me alcanza la memoria para recordar cuál fue el origen de esa situación o por qué estábamos hablando de algo que hoy puede parecer ridículo, obvio o intrascendente, pero de lo que saqué una de las lecciones imprescindibles de la vida.

Donde la madrugada pierde su nombre

Donde la madrugada pierde su nombre

Con las calles recién puestas y los semáforos bostezando, la ciudad parece un escenario con decorados de cartón, dispuesto para ser representadas en él las pantomimas de miles de actores de segunda fila que viven sus papeles por inercia.

Carta sin remitente

Carta sin remitente

Recuerdo haber leído en una ocasión una carta, de esas que se escribían sobre papel y que estaban tatuadas en tinta, de esas que se doblaban en cuatro partes para acomodarlas en un sobre blanco, sellado herméticamente con pegamento, con un destino en el frente y una invitación de respuesta en el dorso.

Pasado en el futuro

Pasado en el futuro

El vaho sobre el cristal difuminaba su reflejo con cada respiración, dejándole ver de nuevo, tras unos segundos, un rostro que ya no reconocía como suyo. De nuevo, el tren era demasiado pequeño para sus pensamientos y los proyectaba en el paisaje que iba acompañándole de vuelta a casa.

Día uno

Día uno

Arranqué la última hoja del calendario con el ímpetu del que se despoja de una carga que le oprime, con el alivio del que despierta dejando entre las sábanas un mal sueño, con la ilusión del que emprende un nuevo proyecto en el que deposita sus esperanzas.

Nocturnidad

Nocturnidad

La ciudad se duerme con el ronroneo de los pocos coches que contradicen mi marcha en mitad de la calle. Los edificios mudos se inclinan a mi paso cerrándome la visión de las estrellas, hundiendo mi mirada en el asfalto, llenando mi cabeza de pensamientos que fluyen como el frío aire nocturno de un otoño tardío que juega a disfrazarse de invierno.

Pedazos de realidad

Pedazos de realidad

Miro, te miro, me miro, pero no me veo. Me imitas, te imito, me imito, pero no sé quién ha empezado. Desde ese mundo paralelo desde el que me observas te envidio, porque me ha tocado ser la versión mala de mi mismo, porque tu realidad es más perfecta, más coherente y más feliz que la mía. Yo no elegí, pero tuve libertad.

Porque es viernes

Porque es viernes

El día comienza perezoso entre las sábanas de nubes que se han pegado al cielo. Un Sol débil trata de esconderse avergonzado por la resaca que proyectan sus rayos tras una noche de locura con la Luna llena.

Volver

Volver

Un sendero de álamos perfectamente alineados hacia el infinito punto de fuga, como un pasillo otoñal hacia la nostalgia. El viento fresco se desliza y desnuda sus troncos, tejiendo una alfombra de hojarasca por la que avanza el coche, negro y majestuoso, levantando el polvo y los recuerdos del que sentado en la parte de atrás, regresa al lugar en el que creció.

La espera

La espera

Un doloroso color blanco cubría la superficie de la mayoría de objetos que podía alcanzar con la vista. Mesas, sillas, paredes, lámparas, cortinas, todo el mobiliario compartía la misma insípida decoración que difícilmente podría diferenciarse de la habitación acolchada de un loquero.

El Libro de la Vida

El Libro de la Vida

Aunque no lo recuerdo con claridad, creo que debería de tener unos cinco años cuando comencé a notar que cada mañana sin excepción encontraba sobre mi mesa al despertarme un folio en blanco, en el que sólo estaba escrita la fecha de ese día. En él se escribían mágicamente todas las cosas que me ocurrían a lo largo del día: los lugares a los que iba, las cosas que hacía, los momentos tristes, también los felices, mis pensamientos… todo quedaba registrado y cuando terminaba el día, justo en el momento en el que me metía en la cama, ese folio desaparecía. Al día siguiente la historia se repetía, volvía a aparecer otro folio en blanco con la fecha de ese día, y al finalizar se volvía a esfumar.

Vértigo

Vértigo

Cuarenta y cinco minutos de cola no fueron suficientes para lograr que justo cuando le tocaba subir a la montaña rusa, desapareciera ese respeto, que no miedo, que todo aparato mecánico que alcance los cien kilómetros por hora debería dar.

Tristeza en la mirada

Tristeza en la mirada

El mundo comenzó a moverse como si fuera una de esas bolas de cristal que cuando la agitas simula una nevada sobre la ciudad que encierra. Las calles que parecían rectas y llanas se volvían ascendentes y descendentes como la cubierta de un barco en una noche de fuerte marejada.

Perdiendo la cuenta del tiempo

Perdiendo la cuenta del tiempo

Nueve mil setecientos treinta y cuatro pasos después de iniciar un paseo improvisado habían sido suficientes para llenarle la cabeza de una retahíla de pensamientos que cuarenta y nueve minutos después y tras haber recorrido media ciudad, no le habían ayudado a llegar a una decisión concreta. Se sentó en el último escalón a la sombra de la puerta principal de la Catedral de la Almudena para poder apoyarse en una de las columnas y, estirando las piernas hasta tres escalones más abajo, permaneció cincuenta y siete minutos más, esperando ver pasar el tiempo.

Antes de que el domingo acabe

Antes de que el domingo acabe

El tren parece el lugar más alejado del mundo al tiempo que comienza la marcha dejando atrás la estación, difuminándose en agua por el efecto del calor. Siento cómo cada pedalada del vagón cogiendo velocidad acelera los recuerdos de un fin de semana que desde la distancia he compartido contigo.

Pisando pisadas

Pisando pisadas

Respiro hondo, muy profundo, inflo mi pecho hasta que los pulmones se chocan con las costillas y las empujan elevando el esternón hasta el punto climático de la apnea, que mantengo durante dos segundos. Expulso el aire suavemente dejando que roce mi garganta, que acaricie mi lengua, que haga vibrar mis labios.

54 días

54 días

Me pareció que las palabras se habían acabado, que las sílabas con sus letras y sus nexos se borraban y difuminaban como gotas de lágrimas derramadas sobre el papel en el que un día me propuse escribirte una canción.

Contrastes

Contrastes

‘Próxima parada…’ Se abren las puertas con el recibimiento en formación coral de diez pares de ojos que no han visto la pegatina arañada que indica la preferencia del que sale del vagón. ‘Señora no empuje…’ A la izquierda, sentados en uno de los bancos del andén siete jóvenes preadolescentes apoyan su espalda en un cartel publicitario: ‘Dona semen, dona óvulos, dona vida’; en pie y apoyando su espalda en la pared una mujer en avanzado estado de gestación ruega con sus ojos que alguien le ceda un sitio, finalmente una anciana accede. En las escaleras mecánicas un hombre trata de subir corriendo arrastrando su maleta: ‘Disculpen tengo prisa, voy a perder el tren’, pero una chica detenida en la parte izquierda mantiene una importante conversación con su peluquera a través de su teléfono móvil y le ignora.

Deseos

Deseos

Me sorprendí tirado en medio de la calle y con un fuerte dolor en la cabeza. A mi alrededor se fue formando un pequeño corro de gente, unos tratando de ayudarme a incorporarme y otros, los que más, alimentando su curiosidad y transformando mi infortunio en la anécdota que contar al llegar a casa. Me sentía desorientado y no era capaz de recordar qué había pasado justo un minuto antes. Anduve con la mirada sobre mis pasos pero no encontré ningún indicio o consecuencia que explicara la causa de mi accidente. A pocos metros de mí, un maletín negro parecía haber sufrido mi misma suerte, pero no lo reconocí como mío. Un niño que estaba contemplando la escena, lo recogió y me lo entregó afirmando que lo llevaba conmigo antes de terminar en el suelo.

Castillo de naipes

Castillo de naipes

En una de esas tardes en las que el frío y la lluvia le impedían obtener el permiso para salir a la calle a jugar, se quedaba durante horas pegando su nariz en el cristal de la ventana de su habitación, observando los paraguas y chubasqueros y pensando lo tontas que eran todas aquellas personas, que pudiendo disfrutar del placer de saltar sobre los charcos y salpicar con sus botas de agua, se limitaban a esquivarlos y, si por accidente, caían sobre alguno, se marchaban maldiciendo su mala suerte.

En el silencio de la noche

En el silencio de la noche

En el silencio de la noche, un quebranto interrumpe el caminar del agua por las orillas del río y se dispersa entre las sombras de los olmos, que bailan como serpientes al compás de la flauta mágica del viento, junto con los cantos de los búhos y el aleteo de algunos murciélagos, uniéndose a la triste estampa que protagoniza un solitario con el corazón hecho cenizas de amor.

La vida no sigue igual

La vida no sigue igual

Cuando te asomas a la ventana, la abres y dejas que el frío erice el vello de tus brazos y endurezca la superficie de tus mejillas. Cuando tu mirada se fija en un punto inexistente del horizonte tratando de encontrar un recuerdo amable entre tanto pensamiento negativo. Cuando notas tu existencia como la película de un carrete velado por la luz.

Carta a Soledad

Carta a Soledad

Quería escribirte unas líneas para expresarte las dudas y preocupaciones que me han estado rondando la cabeza últimamente. Creo que esta relación no funciona y me consta que tú también te has dado cuenta porque te noto cada día más distante y ya no compartimos tanto tiempo juntos.

Llamando…

Llamando…

Te olvidé. Por un momento llegué a creer que era capaz de vaciar mi mente de tu presencia, volver a respirar y librar mi corazón de tu parasitismo, en definitiva, de poder volver a tener la vida yerma y árida que arrastraba hasta que te cruzaste en ella.

Volver a empezar

Volver a empezar

Frente a mi vuelve a estar una hoja en blanco esperando a ser marcada de nuevo con la sangre de mi pluma, perdiendo así su pureza entre letras caprichosas. Sacrificada víctima del pensamiento, de los sentimientos y de la sinrazón. Soporte de cartas amorosas, discursos encomiables y soporíferos, mensajes encriptados, y recetas de cocina. Testigo de despedidas, ejecuciones y suspensos. Portadora de esperanza, nostalgia y lágrimas…

Decisiones

Decisiones

Apoyado sobre la barandilla de proa, envuelto en la monotonía de la vida de marinero de agua salada, una repentina brisa de alta mar me acerca el imaginario perfume de tu piel y llena mi cabeza de pensamientos que hasta ahora había tratado de esconder en lo más hondo de mi alma para mantener firme mi determinación de recorrer el mundo.

Podría

Podría

Podría susurrarte las palabras más bellas pronunciadas por el más galán de los donjuanes, componerte versos que fueran la envidia de los más venerados poetas…

Corazón noctámbulo

Corazón noctámbulo

Cuando el día, vencido por su peso sucumbe a la ligereza de la noche. En el momento en el que la calma reina, la tierra se vuelve fría y la oscuridad lo baña todo con su sombra.

La alfombra roja

La alfombra roja

A través de los cristales tintados del lujoso vehículo observo la multitud de flashes de los fotógrafos que se han congregado a la espera de todos los actores, actrices, directores y productores que llegan a presentar sus trabajos en el séptimo arte en busca de una Palma de Oro.

Si mañana no estás…

Si mañana no estás…

Como cada mañana, con la espalda apoyada en los azulejos blancos y fríos de la estación espero a que llegue el metro. Son las ocho menos cinco.

Ese regusto amargo

Ese regusto amargo

Hasta hoy yo era de los que pensaba que cuando te tienen que dar una buena y una mala noticia, siempre es mejor escuchar primero la buena, pues te alegras plenamente antes de prepararte a recibir la mala.

Salto al vacío

Salto al vacío

Al pie del precipicio la vida no parecía tan complicada. Con la corriente de aire fresco impactando contra su cara, las ideas se volvían más claras y las intenciones se tambaleaban como las hojas de los árboles, creando una textura aterciopelada en las laderas de las montañas. Lástima que la determinación le impidiese dar marcha atrás.

Arenas y doradas

Arenas y doradas

Caminaba descalzo dando pequeños saltitos sobre la arena ardiente, como si fuesen las brasas incandescentes de una hoguera mal apagada. Obtuve el alivio para mis pies conforme me fui acercando a la orilla, húmeda por la caricia de las olas moribundas.

Incomunicación

Incomunicación

No recuerdo bien cuándo lo noté por primera vez, ni tampoco qué ha provocado que todo se precipite hasta llegar a la situación en la que estamos, que sin duda, no la deseo.

Paso en falso

Paso en falso

El primer acercamiento: beberse la timidez y no acabar embriagado de vergüenza. Control sobre todo gesto sea voluntario o no que el cuerpo pueda realizar; en los detalles se han perdido muchas batallas.

Otros lo llaman Amor…

Otros lo llaman Amor…

Angustia, dolor, intranquilidad, nerviosismo, agitación, cosquilleo, pena, inquietud, contrariedad, malestar, sufrimiento, tortura, soledad, ansiedad, tormento, dependencia, desconsuelo, duda, impaciencia, tristeza, idiotez, tensión, melancolía, aflicción, elección, amargura, rechazo, desesperanza, debilidad, miedo, vergüenza, necesidad, lágrimas, nostalgia, olvido, celos, posesión, simbiosis, locura, despiste, taquicardia, desconcierto, inseguridad…

Domingo de lluvia

Domingo de lluvia

Caminando lentamente a través de la densa cortina de agua que cuelga de las nubes, grises y tristes como el atípico día de hoy. Las calles, vacías de vida, pintan en el aire cientos de postales en blanco y negro llenas de melancolía, pero tan efímeras como un parpadeo.

Cuenta atrás

Cuenta atrás

La cuenta atrás ha comenzado, aunque no sé muy bien qué pasará realmente cuando el reloj se llene de ceros. ¿Se fijará automáticamente una nueva fecha límite en un futuro próximo, o permanecerá inmóvil dando a entender que la oportunidad se ha agotado?

¿Tirar la toalla?

¿Tirar la toalla?

Me encontraba en un ring de boxeo, ataviado con calzón y casco azul y con unos enormes guantes rojos cubriendo mis manos. Delante de mí el oponente, con calzón negro y casco rojo, tenía la mirada fija en mí, pero mientras sus ojos relucían como los de un gato en la oscuridad, su rostro permanecía oculto en la sombra. Su postura era desafiante, dando pequeños saltos alternando las piernas en un continuo movimiento de balanceo, con un guante cubriéndose parcialmente la cara y con el otro ensayando golpes contra el aire, puñetazos que tenían escrito mi nombre.

La corrupción de la especie

La corrupción de la especie

Y levantando la vista pude comprobar que me encontraba en una barca, una gran barca en la que cabía toda la humanidad, y todos los hombres y mujeres del mundo estaban en ella. Es un misterio inexplicable, pero así lo vi. No había ningún niño, tampoco ningún anciano, todos eran personas adultas de una misma edad imprecisa.

Pido Perdón

Pido Perdón

Pido perdón porque no soy perfecto, porque mis defectos te molestan, porque no hago nada para cambiar. Pido perdón por pensar que lo sé todo, por no ser capaz de reconocer mis errores, por no soportar que me corrijan. Pido perdón por mi soberbia, por mi prepotencia, por mirar a los demás por encima del hombro. Pido perdón por no ser modesto, por querer imponer lo que pienso, por mi falta de humildad, por pretender ser perfecto.

En la soledad del solitario

En la soledad del solitario

Ocho de la tarde, el metro abarrotado de gente en una de las estaciones más céntricas de la ciudad. Las compras navideñas, el final de la jornada laboral y el acostumbrado ajetreo de las horas punta confluyen en los andenes a la espera de los trenes que les devuelvan entre empujones y apretones a la tranquilidad relativa de sus hogares.

Protagonista involuntario

Protagonista involuntario

Primero percibí las notas de un órgano. De fondo, el incómodo murmullo de la gente, emocionada, nerviosa. Ninguna de aquellas voces me era conocida, pero seguí escuchando atentamente. Mis ojos aún no reaccionaban, sólo oscuridad.

El sueño de una Noche…vieja

El sueño de una Noche…vieja

Y ahí estábamos, cinco amigos tirados en el sofá intentando trazar un plan que fuese mejor que acabar en cualquier pub barato con barra libre primeras marcas toda la noche o acudir engalanados a un exquisito salón más farandulero que glamuroso, en el que te reciben con una copa de champán y no tienes espacio ni para dejar la chaqueta.

Piratas del verano

Piratas del verano

Pasó la tormenta, cesaron las lluvias y los rayos, las nubes se borran en el horizonte y dejan que el ansiado sol luzca de nuevo y seque la cubierta del barco, donde se acumulan los pedazos de tela rasgada de las velas, maderas de barriles y mástiles y varios cabos sueltos ondeando con el viento resacoso que espabila a lo que queda de la tripulación.

Sucedió por casualidad

Sucedió por casualidad

El mundo es un pañuelo, o eso dicen, en el lugar más insospechado te puedes acabar encontrando a la última persona que hubieses imaginado: un amigo de la infancia, un familiar que no veías desde hace años, una novia que habías olvidado, un profesor que no te caía muy bien, la vecina que vivía debajo de ti antes de mudarte o ese compañero de clase con el que nunca cruzaste una palabra…

Idus de mayo

Idus de mayo

Y de nuevo y otra vez, ha vuelto mayo a florecer. Como cada año y por no mudar costumbre, la primavera se manifiesta con toda su fuerza, su hermosura y su esplendor.

¿Me ayudas a buscar?

¿Me ayudas a buscar?

¡Vaya! ¿dónde la habré dejado? Se me debe de haber caído por el camino, porque no la encuentro por ninguna parte. Tendré que buscarme otra… lo malo es que no se dónde ni cómo.

Estudiantes de Prêt-à-porter

Estudiantes de Prêt-à-porter

Es la una y media, por fin he acabado las clases por hoy, no ha sido un día especialmente duro, pero la última asignatura que he tenido ha resultado bastante densa.

Mi última carta (de amor)

Mi última carta (de amor)

No entiendo el sentido que tiene que te escriba estas líneas, ahora que sé que nunca las leerás. Sin embargo, siento la necesidad de plasmar la angustia que recorre mi cuerpo y se apodera de mi mente.

Buscando, sin querer…

Buscando, sin querer…

Pensé que te había olvidado, y no me refiero a ti, sino a TI: la chica delgada de pelo largo y mejillas rosadas, esa que apenas conozco y a la que nunca me atreví a hablar; la que creía que pasaba desapercibida entre la gente; la que destaca en humildad; la que con su tímida sonrisa podía iluminar una mañana que amenazaba lluvia; la otra mujercita que sin darme cuenta estaba empezando a adueñarse de mi atención.

En mi burbuja

En mi burbuja

No es fácil alejarse por unos días, ni siquiera por unos momentos, del mundo, su velocidad, sus exigencias, su ruido, su desorden, su agobio,… Aún más difícil es encontrar un lugar donde poder poner el freno a tu vida, donde descansar de su ritmo vertiginoso y simplemente dejar pasar los días sin tener en cuenta las horas y los minutos, sin preocuparse de lo que ocurre en el exterior; vivir como si tú fueses el único ser en la tierra y que la única melodía que ronde por tu cabeza sea el silencio.

Como la guerra misma

Como la guerra misma

Sentados sobre la hierba y rodeados de las flores que una primavera entrante comenzaba a diseminar a lo largo y ancho del paisaje, se miraban a los ojos. El aire arrastraba las palabras de un verso silencioso al que los pájaros, con sus melodías, añadían la rima y la musicalidad. Allí, alejados de la hiriente afonía de la ciudad y bajo la atenta mirada de un cielo que anunciaba la muerte de su rey, respiraban ilusiones, sueños y esperanzas.

Las cebras son daltónicas

Las cebras son daltónicas

Vuelven los fantasmas del pasado, espíritus que parecían olvidados, enterrados, despreciados y despreciables. Conseguí darles la espalda, corrí más que ellos, les despiste y logré salir de aquél laberinto sin salida con las alas de la paciencia, de la resignación, de la tristeza, de la compasión…

La verdad de la Luna

La verdad de la Luna

Cuenta una antigua leyenda que en un pequeño pueblo escondido entre los inmensos bosques del centro de Europa, atravesado por un gran río y flanqueado por montañas altísimas, vivía una hermosa joven. Bajaba todas las mañanas al río para recoger agua y día sí y día también se encontraba allí a un apuesto joven que solía refrescarse después de cortar algunos troncos para hacer leña.

Dudas y dados

Dudas y dados

Muchas veces te imaginas cómo será tu vida en el futuro. Piensas cómo será tu mujer, tus hijos, tu trabajo, tu casa… todo bien revestido de una atmósfera de felicidad, optimismo y perfección. Difícilmente se cumplirá alguna de las premoniciones, pero puede ocurrir que tengas cierta certeza de que una de ellas pueda cumplirse. ¿Qué se debe hacer entonces: luchar por conseguirla, cerrar las otras alternativas, encadenarte a esa posibilidad y lanzar la llave al mar?

Un día de suerte

Un día de suerte

A veces el mundo parece no tener solución: las guerras, la pobreza, el odio, el hambre y un sinfín de problemas, conflictos y desgracias se ciernen sobre el ser humano, hundido cada vez más en su miseria espiritual y falta de valores éticos, morales y racionales.

El Relativismo Espacial

El Relativismo Espacial

No, no me refiero a la última teoría de un gran físico de nombre impronunciable con sabor a polaco, alemán, ruso o israelí. Pero tampoco se trata de la nueva saga de una película de ciencia ficción que cuenta las aventuras de guerreros plateados y seres extraterrestres en el hiperespacio estelar. Pero, si el fenomenalista Bergson dijo que el tiempo era relativo, quizás debió añadir que al espacio también se le puede aplicar esa cualidad.

Una lluvia de esperanza

Una lluvia de esperanza

La batalla entre el Cielo y las Nubes se decanta a favor de éstas, que castigan su alianza con la Tierra lanzando afiladas espadas que tiñen de sangre carreteras y parques, aceras y estanques. La gente huye despavorida refugiándose tras sus escudos, sus cascos o cualquier material resistente que les libre de una muerte segura.

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