Cuando el peso del día se enfrenta a la ligereza del espíritu y se suman los pensamientos que no cesan de revolver el interior de la mente humana, comienzan a surgir preocupaciones y dilemas en torno a las más rutinarias simplezas que contiene la existencia, cobrando repentinamente una dimensión tal, que son capaces de llevarse consigo la tranquilidad y la serenidad que otorga el cansancio reparado en sueño. Y entre estas cuitas y reflexiones se cuelan siempre los temas que han determinado el devenir y la perdición del mundo, la putrefacción de unos y la vanagloria de otros, la vanidad de tantos y el desconsuelo de parte del resto.

Cuando el veneno de la infelicidad se extiende por las venas de la ansiedad y la impaciencia, es muy común rendirse a la evidencia del pesimismo y lanzar profundos suspiros tratando de expulsar la pena que se acumula en el fondo del pecho. El espesor de las nubes que anidan en la mente desvía la mirada hacia las oscuras premoniciones que auguran un desenlace incierto pero infeliz para tus ambiciones. El malestar se apodera de tus huesos, envuelve de debilidad tus músculos y somete tu cabeza, como reverencia al infortunio.

Y todo porque no tuviste la delicadeza de corresponder una mirada con otra, una sonrisa con otra, una caricia con otra. Porque no te das cuenta de que paso cada día por tu puerta buscando un encuentro fortuito. Porque no es casualidad que me siente dos filas detrás de ti. Porque si aparto la vista cuando me miras es sólo por vergüenza. Porque he visto las películas con las que lloras, he leído las historias con las que sueñas y he escuchado la música que te emociona, para tratar de experimentar lo que sientes. Porque no es un cumplido si te digo que vas muy guapa; y porque haga lo que haga siempre obtengo indiferencia.

Y a veces desearía tener talento y poder canalizar en una hoja de papel toda la tristeza que satura mis nervios y me provoca malestar, que me incita a rendirme, y que me despedaza el alma. Y saber escribir y describir los sentimientos confusos que pugnan en mi mente, para poder librarla del cautiverio de la desesperanza y el desaliento. Pero…

No volveré a escribir mis llantos ni lamentos, ya no me quedan versos ni argumentos, he malgastado el tiempo intentando dar sentido a todo esto…’
Hoy mi canción es:
‘Duele’ Malú

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