
Tras la puerta entreabierta del gimnasio del colegio, guiado por la música que provenía de su interior, asomó la cabeza y la vio.
No podía tener más de 12 o 13 años, era un chico alto para su edad, tenía una mirada tierna y una sonrisa que no dudaba en regalar a quien la necesitara. No sacaba malas notas, aunque podía esforzarse más, le gustaba jugar al fútbol, ir al cine, escuchar música… como a cualquier joven de su edad. Tenía muchos amigos, su carácter afable le facilitaba la relación con las personas, una de sus virtudes es que sabía escuchar. No tenía novia, consideraba que aún era muy joven para esas cosas, aunque eran varias las chicas a las que no les hubiese importado ser su pareja, a fin de cuentas, era bastante guapo.
Iba a un buen colegio, sus padres le aseguraron una educación de calidad que le abriese puertas en el futuro. Quería estudiar alguna ingeniería, era muy ambicioso y se sentía capaz de conseguir lo que se propusiese.
Su padre era arquitecto; su madre, profesora; tenía dos hermanos pequeños: uno cinco años menor que él y el otro comenzaba a dar sus primeros pasos. Se sentía feliz y daba gracias a Dios por ello.
Los martes por la tarde tenía clase de educación física, por lo que se quedaba a comer en la cafetería del colegio con algunos amigos. Después de comer solían hacer siempre lo mismo: echar unas canastas en la pista y hacer tiempo hasta la clase de gimnasia. El profesor se llamaba Pedro y era un tipo alto, muy delgado y con una gran flexibilidad que le permitía hacer todo tipo de deportes desde atletismo hasta gimnasia deportiva, pero era bastante despistado y siempre llegaba tarde a clase.
Pero hubo un martes que fue especial. Era abril y llovía por lo que tendrían la clase dentro del gimnasio. Como la pista de baloncesto estaba mojada tampoco pudieron ir a jugar y optaron por cambiarse de ropa y esperar al profesor dentro del gimnasio. Mientras sus amigos se dirigían al vestuario hablando y con sus mochilas al hombro, él se quedó rezagado al escuchar una música que salía del interior del gimnasio. La puerta estaba entreabierta así que su curiosidad le llevó a asomar la cabeza, fue entonces cuando la vio.
Eran unas doce o quince, pero la primera mirada que lanzó quedó fija en ella. Desde donde estaba no podía ver si su pelo era rubio o castaño, si sus ojos eran azules o verdes, pero ella tenía algo que le hacía destacar sobre resto, una luz extraordinaria en su sonrisa que le dañaba la vista y le ponía el corazón a pleno rendimiento. Se movía con gracia y sincronización al ritmo de la música, estaba en su clase de aeróbic.
Pasaron los días y él fue investigando sobre ella, le dijeron que iba a algún curso menor, que no vivía en la capital… Se cruzaron varias veces por el pasillo, pero él evitaba mirarla, era una situación nueva y él tenía miedo. Pronto sus amigos se enteraron de esa atracción y su falta de discreción llevó a que ella también lo descubriese. Ahora, cuando se cruzaban por los pasillosm ella le atacaba con una de sus sonrisas mágicas llenas de intención, contra las que él no podía luchar y acababa rindiéndose a corresponderla tímidamente.
Estaba confuso, ya le habían gustado otras chicas, pero nunca se había decidido a dar el siguiente paso, pensaba que el riesgo era demasiado grande, tenía miedo al rechazo, a tener que desprenderse de lo que sentía y tener que olvidarlo para no sufrir. ¡Como si fuese tan fácil! Los sentimientos entran en el corazón y allí permanecen enraizados dañándolo con sus largas espinas sin dejarle segregar un bálsamo que le alivie el dolor y lo transforme en el mayor de los placeres.
Y pasaron los días, las semanas, los meses, los cursos y siempre le quedó esa duda en el corazón, de pensar qué habría pasado, si hubiese sido lo suficientemente valiente.
«But yet we find ourselves in a less than perfect circumstance
and so it seems like we’ll never have the chance»
Hoy mi canción es: «Ain’t it funny» Jennifer López
Hola dani!!
Solo queria decirte que esta es sin duda para mi gusto lo mejor que has escrito. Refleja muy bien la realidad y me ha hecho pensar bastante. Me encontraste la fibra sensible. No cambies…
Ferxo
Gracias Fer por tus palabras, no sé si será lo mejor (para gustos, colores) pero sí que cuenta una situación en la que me he visto envuelto en más de una ocasión. Dicen que es mejor arrepentirse de lo que has hecho, que de lo que no hiciste, no sé si será verdad…
Un abrazo!
Hola Dani!!!Q sepas que me ha encantado, yo también creo que es de lo mejor que has escrito. Has hecho que me metiera en la historia y que viviera todo lo que en ella cuentas. Me ha encantado la frase donde dices que le atacó con su sonrisa…
Estoy muy de acuerdo que es mejor arrepentirse de lo que haces que no de lo que no haces pero comprendo que hay situaciones en las que el riesgo a correr es demasiado.
Un besito muy grande. tk
¡Muchas gracias Cris!
Supongo que cuando escribes sobre momentos que has vivido (y revivido) es más fácil conectar con la persona que lo lee, porque escribes directamente desde dentro y no teclean los dedos, sino el corazón.
Quizá ha llegado el momento de dejar de mirar el agua y tirarse a la piscina de una vez, si me arrepiento pues siempre hay toallas con las que secarse…
Un besazo!