
El mundo es un pañuelo, o eso dicen, en el lugar más insospechado te puedes acabar encontrando a la última persona que hubieses imaginado: un amigo de la infancia, un familiar que no veías desde hace años, una novia que habías olvidado, un profesor que no te caía muy bien, la vecina que vivía debajo de ti antes de mudarte o ese compañero de clase con el que nunca cruzaste una palabra…
Cualquier lugar es susceptible de convertirse en el escenario perfecto de ese encuentro inesperado: la calle, la universidad, el autobús público, la sala de espera de un hospital, la sección de música de un centro comercial, la playa en la noche de San Juan o la fiesta de cumpleaños de ese amigo en común…
Y entonces os quedáis los dos mirándoos un par de segundos con cara de bobos, intentando hacer memoria para recordar quién es esa persona y de qué la conoces. Entornáis los ojos hasta que las pestañas de arriba rocen las del párpado inferior, apretáis los labios levemente y en ese instante recibes una imagen en tu mente en la que estáis los dos y piensas: «ah claro si es …., la de ….» Y sonreís.
La conversación transcurre entre preguntas y respuestas de cortesía para poneros al día el uno al otro y viceversa, mientras por tu mente pasean los distintos momentos en los que estuviste con esa persona. Entonces recuerdas lo especial que pudo ser para ti y también la razón por la que os dejasteis de ver. En ese momento pones una excusa que suena a falacia para alejarte y evitar pensar en ello…
La vida está llena de encuentros y desencuentros, algunos deseados, otros esperados, y luego están los fortuitos, los que se podrían atribuir a la casualidad, a las coincidencias, ¿al destino?
Son esas ocasiones en las que tropiezas con ella en una esquina esparciendo sus apuntes por suelo y los dos os agacháis para recogerlos; o cuando en un cóctel te giras sin darte cuenta y chocas contra la copa que ella sujetaba, que termina derramada sobre tu camisa, o quizá aquel día de lluvia en el que estás esperando en un semáforo bajo tu paraguas y a tu lado ves a una chica empapada, y entonces tú, sin decir nada, desplazas tu paraguas un poco más a la izquierda para cobijarla a ella también y ella se da cuenta y te mira y te sonríe pensando: «estará lloviendo, pero tú eres un sol…»
Bonita escena si no fuese porque en ese momento pasa un autobús levantando una fina cortina de agua que os moja a los dos…
«You remind me of a girl that I once knew,
I see her face whenever I, I look at u…»
Hoy mi canción es: «You remind me» Usher
Holaaaa!
Accedí a tu blog a través del de Pablo y la verdad es bastante interesante sobre todo este post en el que hablas de la casualidad. Me has evocado a la perfección la escena que viví el pasado miércoles cuando me enontré casualmente con un «conocido».-
Me has hecho recordar esos momentos en los que los dos nos quedamos con cara de «atolondrados».
Un saludo.- Cris.-
Hola Cris!
gracias por tu comentario. Escribí esa entrada precisamente por una situación análoga que tuve hace unos meses, así que es curioso cómo una misma situación se repite miles de veces a lo largo del tiempo pero cambiando únicamente a sus protagonistas…
Otro saludo!
Llevaba 19 años divorciado y siempre con la ilusión de conocer a la mujer de mis sueños.Entre a una pagina de citas muchos años cuando decidí cerrarla di una ultima mirada y de repente vi una foto de una señora,cuando me contacte con ella los dos supimos que nos habíamos encontrado,sentimos que ya nos habíamos conocido antes,lo curioso es que me envió una foto de una actriz que se parece mucho a ella y la sorpresa que tiene de apellido mi nombre.