
Él era un niño alegre, locuaz, inteligente, formal y, a su pesar, demasiado tímido. Tenía una curiosidad sin límites y pasaba el tiempo jugando con sus amigos y gastando bromas a las niñas de su clase. Entre ellas tenía varias novias: Marta, Elisa, María del Mar, Ana y Belén… pero sólo Elisa lo sabía y lo cierto es que no le hacía mucho caso.
Elisa era una niña rubia de ojos marrones, pelo lacio y largo. Ambos tenían siete años y tenían una vida tranquila, con la ilusión de ir descubriendo sus trampas y secretos, con el paso de los años. Él de mayor quería ser bombero, policía o «arreglador de coches»; ella soñaba con ser fotógrafa o veterinaria.
Era el mes de febrero, carnavales en el colegio. A él le gustaban los disfraces de superhéroe, de vaquero o algo por el estilo; ella prefería los vestidos de princesa. Era costumbre del colegio hacer un desfile por las calles del barrio para lucir los disfraces que hacían las madres de los alumnos.
En las aceras se agolpaban los padres sacando fotografías o tirando confeti, las madres, con la emo del colorido y la alegría que acompañaba a la ma del colorido y la alegría que acompañaba a la marcha.
Al concluir la cabalgata y regresar al colegio, todos los niños se reunían en el patio para jugar, mientras se formaban pequeños grupos de padres y profesores que comentaban las anécdotas de aquella maravillosa tarde. Sabiendo que en breve su madre le llamaría para volver a casa, él se acercó a Elisa por detrás, y antes de que ella pudiera reaccionar, la rodeó con un lazo que había anudado con su cuerda de vaquero y ella quedó atrapada.
«He buscado en los desiertos de la tierra del dolor
y no he hallado más respuesta que espejismos de ilusión…»
Hoy mi canción es: «La Senda del Tiempo» Celtas Cortos
¡Qué gran canción y cuántos recuerdos me trae a mí también! Pero los que echen en falta «algo» como el amor, nada de volverse viejos de repente y con ganas de morir, ¿eh? 😉
Jeje, claro que no, que la vida es larga y el amor llama dos veces (como el cartero) ;). Gracias por comentar Teresa. Un beso!